miércoles, 18 de junio de 2008

¿Y si le llegan a tocar dos toros buenos?


He esperado unos días para escribir lo que vi este domingo en Madrid. Llevo tres días recapacitando, dandole vueltas de cómo una persona puede torear tan de verdad, tirando la moneda al aire del triunfo o de la tragedia. Lo que me pregunto es, ¿y si le toca un buen toro que hubiera pasado? Ójala podamos verlo porque le tocó lidiar con los dos peores toros del encierro, uno del Puerto de San Lorenzo y otro sobrero de Toros de el Torero. Pero el maestro pudo lidiar contra la adversidad e inventarse un triunfo que cualquier otro torero no puede conseguir. Es verdad que algunos olés fueron regalados pero es que cuando un torero estñá entregado no se le puede negar nada. En el primero de su lote le dió un rebolcón en la muleta, se levantó sin mirarsee y a partir de ahí comenzó el clamor. Fue donde el toro quiso que era entre la puerta de cuadrillas, el tendido tres (nunca se me olvidarán este tendido) y la puerta de toriles. El toro debía pasar en un espacio donde casi no entraba la muleta y cuando tenía que darle el siguiente muletazo por fuera el bicho quería ir por dentro por lo que hubo coladas y gritos en el tendido. Me faltan las palabras para describir esos momentos, la plaza en pie y el torero entregado.

Luego llegó el quinto un toro feísimo del puerto que fue devuelto por otro no menos feo de el torero. Quería cortarle las orejas como fuera y puso todo lo que tenía, su vida, para hacerlo. Cuando coménzo la muleta vió que el toro no valía y en un arrimón recibió una fuerte voltereta con tres cornadas, le arrancó el corbatín parecía que no iba a poder continuar pero se levanto y sin mirarse cogió la muleta. El público le pedía que no siguiera ya que desde el tendido se le veía el boquete de una cornada muy fuerte. Hechó a todo el mundo del ruedo y se metió entre los pitones y comenzó a dar derechazos y naturales sin moverse nada. El toro avisaba de que le quería coger pero ni se inmutaba. La gente estaba en pie, acabó con unas manoletinas impresioanantes, muy agustadas. La plaza completamente entregada gritaba torero, torero. Se me pusieron los pelos de punta nunca había vivido aquella sensación de un torero que va a pasar a la gran historia del toreo. Mató y le cogió por el vientre. Yo pensaba que le había calado pero por suerte no. Se levantó y encaró al toro. La vida venció a la muerte el público fue un clamor pidiendo las dos orejas. El torero las recogió y cruzó la plaza disimulando la cogera por las cornadas vitoreado por el público. Madrid quiere a este torero porque se lo ha ganado a pulso dandolo todo cada vez que va. Deseo que vuelva pronto porque se ha empeñado en cortar un rabo en esta plaza sea como sea. José Tomás es grande aunque algunos quieran quitar mérito a los que hizo pero unas veces se puede torear y otras hay que arrancar orejas, podía haber estado por encima de sus toros y cobrar ese pastón pero él no es así, se deja todo cada tarde. Estoy deseando de que llegue el 10 de agosto en El Puerto de Santa María junto a Morante de la Puebla aquello si que será un gran acontecimiento. Los dos toreros más especiales del escalafón con tres toros para cada uno, aquello si que será el apoteosis.

jueves, 5 de junio de 2008

¡Maldita espada!

Madrid entregada, un torero descompuesto toreando al natural a un señor Victorino. El de Salteras estaba cumbre con un esguince en un tobillo y la afición en pie. Ycuando tiene que rebentar al toro para salir por la puerta grande lo pincha. ¡Tierra tragame! Manuel Jesús en aquel momentodebió pensar porque habia hecho lo más dificil, y no sólo una vez sino en el toro anterior también pudo cortar alguna oreja y volvio a encontrarse con el hueso. Una faena de ese calibre vale más que las orejas. El Cid se coronó como rey de Madrid. Genio y maestro del buen gusto a la verónica y al natural que es como de verdad se torea. Con esa formula mágica a conseguido la unanimidad de veinticuatro mil personas que estaban en la plaza y otros miles que lo veían a través de la televisión.
El día anterior con la de Adolfo Martín se repitió la misma historia. Talavante venía de no hacer buen comienzo de temporada. Parecía desmotivado, un chico sin ilusión, matando muy mal, en general, desganado... Hasta que salió el sexto de la tarde. Alejandro se reencontró con él mismo, volvió a sentirse torero y a hacer gozar a la afición. Espero que este idilio continue por mucho tiempo y no sea tan irregular.
Me quito el sombrero con el maestro El Fundi. Ese saber estar en la plaza, el dominio de todos los tercios, conocer lo que quieren todos los toros. Es como los buenos vinos, mejora con el tiempo.