martes, 23 de junio de 2009

Morante o la grandeza del toreo



Yo estuve allí aquel día, cuando se unieron todos los astros para que saliera aquella obra de arte que parecía pintada por el mejor pintor romántico.
En ese momento no existía la crisis, ni gripe A, ni todos los problemas que tienen hasta en las mejores familias, solo había toreo y júbilo por parte de una afición entregada a un torero o un torero entregado a una afición, que más da.
Fue el día en el que los sombreros volvieron a la arena, volando desde el tendido como en aquellas fotos añejas de Belmonte y compañía, incluso se tiraron ramos de romero cuando el de la puebla remataba la serie de verónicas que seguirán para siempre en los anales de la historia.
Creo que debía haber roto la música a sonar con algún pasodoble que alegran cualquier momento, pero ya se sabe como es Madrid aunque tampoco hizo falta porque Morante compone unas melodías con los vuelos del capote, que son acompañadas por la cadencia de sus brazos y la armonía de su cintura, todo ello unido por el acompañamiento del toro que pone el ritmo a esta bella composición: la música callada del toreo que ya decía el escritor Bergamín pero que descubrimos todos aquel día de mayo.
¿Por qué no le sacaron a hombros? ¿Acaso podrá repetirse aquella hazaña en alguna otra ocasión? Morante quizás… pero me asusta que el público haya perdido la sensibilidad y no sepa reconocer lo que ha sucedido. En otras épocas, el pueblo se hubiera tirado a la arena para llevarle en volandas reconociéndole su maravillosa labor.
También fui a ver la despedida de Esplá, de la que hablaré en otro momento, pero el público vino a ver Morante después de la catarsis del día histórico, y solo oí barbaridades acerca de la persona del maestro porque no volvía a repetir lo que hizo. Gente que no tiene conocimientos, que ni sabe, ni padece, borregos que van a un lugar como si estuvieran en el futbol que son capaces de insultar a un señor que tiene la capacidad de emocionar a los aficionados. Yo estuve indignado porque con aquel viento que hizo y las dos alimañas que tuvo enfrente no pudo hacer más. Personalmente, prefiero ver a este señor como machetea a los toros, con esa gracia y estilo a que otro me tenga diez minutos pegando capotazos para no llegar a ningún lado, eso si me cabrea. Lo que no puede ser es el mitin que dio con la espada pero ya se sabe que con Morante todo es posible.

Gracias maestro.