Un buchito de agua para entonar el cuerpo. La Feria bien. Gracias. Como pasa cuando estamos a gusto, hicimos lo pronto tarde. Muchos factores convierten a una ciudad en especial pero una de ellas es patrimonio inmaterial, su gente. Y en Jerez la gente es parte decisiva. Te acogen como uno más. De la caseta La Ventana a El Trasiego. ‘¿Va bien el Comando Madrid? Vamos que nos vamos’.
¿Qué sería de nuestra vida sin los toros y sin todo lo que le rodea? El día empieza a abrirse pero el viento no deja de insistir. Eolo también quiere estar en la reaparición de Morante. Hace fresco. Llegamos a Jerez. Comer en la Feria y a la plaza. Impoluta. Hace no tanto, que los desconchones y las pintadas era la imagen de una plaza de toros histórica.
Tiene sabor. Brilla el sol y las bandeas hondean. Los colores se multiplican. Un jaco avía el ruedo a la antigua usanza. No se escapa ni un detalle. En la puerta del Patio de Cuadrillas, la gente se agolpa a la espera de ver a sus ídolos. Hay ilusión por ir a los toros.
Son las 00.32 horas. Aún tengo que ordenar recuerdos. La segunda para llega mañana, en Valladolid. 656 km. Morante torea con Manzanares y Talavante. Un día con mucho por descubrir. La vida es una gran tarde de toros.
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