Ni media entrada. El sol desierto, ni un alma. Solo los tendidos de sombra presentaban un casi lleno aparente, pero nada más. Hacía daño a la vista, nunca había presenciado una plaza con tan poco público, y con un cartel, aparentemente, con figuras nunca lo imaginé. Toledo debe hacérselo mirar, mas cuando por la mañana había miles y miles de personas que abarrotaban la ciudad en la procesión del Corpus. Solo con la presencia del mejor rejoneador de la historia o con uno de los triunfadores de San Isidro sería suficiente para justificar que los aficionados acudieran en masa a las taquillas de la capital del Tajo.
Pero creo que los toledanos ya se lo saben. Saben que no sale un toro de garantías, que los toreros van a cumplir el trámite e intentar cortar orejas que les haga subir puestos en el escalafón. Lo del ganado fue de vergüenza, cuatro toros que no se merecían un puyazo porque con los capotazos de salida ya iban más que picados, pero que con el topetazo con el varilarguero, le quitaban la poca fuerza con la que salían de chiqueros. En la muleta, toros de 5 minutos. Apenas tenían un par de tandas y rápidamente el arrimón final porque se quedaban sin material. Y así, más de uno sale de la plaza cabreado y con cara de tonto. Les (nos) han estafado.
Destacar la actuación a caballo de Pablo Hermoso y su caballo Van Gogh, hijo de Chicuelo, con el que realizó los pasajes mas bellos de la tarde. Con el cuarto, un toro encastado, como hacía tiempo que no recordaba en una corrida de rejones, apretó mucho en banderillas pero logró sobreponerse sacando a Saramago, Ícaro y Pirata. Un rejón de muerte efectivo le valieron las dos orejas.
Pese a no cortar orejas, Alejandro Talavante realizó los pasajes más emotivos frente al segundo. Un torete anovillado de Carlos Charro pero que sacó la calidad por el pitón izquierdo y el extremeño no le dejó escapar. Solo dos tantas muy despacito, porque es lo único que tenía. El final de la faena se diluyó con pases cambiados y demás parafernalia. El quinto no tuvo ni una tanda y solo pudo exhibirse en el toreo de cercanías.
Daniel Luque arrancó una oreja al tercero después de un pseudo-arrimón, un paripé ante un toro medio muerto (también de casta) y con el que cerró plaza se aseguró la puerta grande con un estoconazo hasta los rubios.
Si queremos que el gran público vuelva a las plazas, tenemos que ofrecer un espectáculo de calidad, sin buscar las tretas, ni el pillaje tan característico en este mundo y que últimamente vemos a diario. La cosa no está para gastarse un dineral para salir cabreado y sentirte estafado, te han vendido gato por liebre. Las cosas no pueden seguir así, sino a esto le queda muy pero que muy poco, el día que el público no llene los tendidos de las plazas... De momento vamos por menos de media entrada.
2 Toros de La Castilleja para rejones cuarto con mucha fuerza y propicio para el espectáculo y 4 de Carlos Charro, anovillados y descastados.
- Pablo Hermoso de Mendoza Oreja y Dos orejas
- Alejandro Talavante (Agua marina y oro) Ovación en ambos
- Daniel Luque (Rosa y oro) Oreja y Dos orejas