Cientos de personas están día y noche en la Plaza México desde hace más de dos días. Las puertas de la Monumental están abiertas para ayudar. Se necesita urgentemente agua, medicamentos, herramientas... El clima que se vive es de excepción. 'Están llegando camionetas en este momento para dejar víveres y otras cargan las cajas para entregarlas a Morelos y Puebla donde necesitan mucha ayuda'. Habla Mario Zulaica, director de Tauroplaza México, que no se mueve de los aledaños del coso capitalino donde coordina una interminable cadena humana de lucha, trabajo y solidaridad. Las consecuencias del terremoto de magnitud 7,1 que azotó al centro de México el pasado martes aún son imposibles de atisbarse.
La Plaza México se ha convertido en el centro de recogida más importante de la ciudad con cientos de voluntarios que llenan cada rincón de la plaza más grande del mundo. 'Lo primero que hicimos fue revisar con los técnicos que la plaza no había sufrido ningún daño estructural y después ofrecimos el espacio porque, gracias a Dios, el resto de centros de acopio fueron superados en abastecimiento'. Además, desde sus perfiles en redes sociales están mostrando al instante la realidad de un trabajo incalificable: 'Lo estamos moviendo a través de nuestros perfiles para que la gente venga porque la colaboración nunca es suficiente. Aún hay mucha gente que lo perdió todo y necesita ayuda'.
'Tauroplaza México, dirigida por don Alberto Bailleres y el arquitecto Javier Sordo, siempre tuvo la mejor intención de ayudar y ser solidarios en un momento tan delicado. Por eso, en coordinación con todas las instituciones se está llevando a cabo la logística de recolección y distribución de los víveres y los enseres que estamos recibiendo'. Mario Zulaica interrumple la conversación, no para de dirigir mientras llegan nuevas camionetas que traen o llevan el material que tanto hace falta ahora mismo. 'Estamos recibiendo de todo: comida, herramientas, medicamentos, agua, cobijas, ropa... El número de voluntarios es incontable y han sido claves para que esto funcione. Desde Tauroplaza México pensamos en hacer una labor sociales como familia taurina pero esto ha crecido tanto que estamos trabajando codo con codo con las entidades que están operando junto con nuestra gente'.
Una de las claves está siendo la correcta organización en materia logística. Una cadena humana perfectamente estudiada ayuda a la eficacia y a la rapidez para poner en la calle todo lo que está llegando. 'Desde el primer momento hicimos una línea de producción. En la parte de la entrada estamos ordenando y empaquetando el agua. Hay gente incluso que lo traen en bolsas por lo que hacemos bloques y las sellamos. En las primeras escaleras de la plaza tenemos las herramientas que están custodiadas por la policía. Esta herramienta la dirijimos a gente especializada que sabe cómo remover el escombro. Esto es muy importante porque la gente quiere ayudar pero quitar una piedra de un lugar que aún no se ha derrumbado del todo puede traer consecuencias fatales. En un lado tenemos los medicamentos. La insulina es lo que más nos falta. Necesitamos más para dárselas a los rescatistas que continuan trabajando'.
'Los productos pasan del área de recepción al área de clasificación. A los voluntarios les hacemos llegar unas cajas que han de montar para después ir al lugar donde se las llenaran con alimentos y enseres de forma proporcional. Al final llegan al área de sellado y las acumulan en un solo lugar. La organización está siendo clave porque sino sería imposible asimilar tal cantidad de productos como está llegando', afirma orgulloso Zulaica. De hecho, todos los beneficios de la novillada que se celebrará el domingo irá destinado a continuar ayudando
Mientras el resto de centros de acopio tienen un horario de 9 a 22 horas, la Plaza México está abierta las 24 horas del día. 'Ayer fue un día muerto. La ciudad estaba paralizada. Hoy ya hay más actividad. Aunque no hay escuela, los adultos sí tienen que ir a sus oficinas. Aún así, seguimos recibiendo gente a todas horas. La plaza no ha cerrado ningún momento a pesar de que ha hecho frío y ha llovido. La gente no se mueve porque quiere ayudar'.
México sigue en pie.
Entrevista publicada en Mundotoro. 21.09.2017.
jueves, 21 de septiembre de 2017
martes, 12 de septiembre de 2017
'Queremos hacer reir por lo que hacemos, no por lo que somos'
Almodóvar del Campo acogerá el viernes una despedida sin boato. La estrella que lucía en otro tiempo enfrió su halo por el ridículo complejo progre con el que marcan los límites de la 'neomoralidad'. El Bombero Torero y sus Enanitos Toreros bajará el telón después de casi noventa años haciendo reir a miles de personas de otros tantos miles de pueblos de todos los países taurinos. Desde España a Francia. De Perú a Ecuador.
Rafael Celis será el último Bombero Torero después de que Pablo Celis comenzara en 1928 con una saga que siguió de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Fue en la década de los 30 cuando el primer Celis cogiera la estética de un bombero con un grueso bigote para hacer humor en el ruedo. Humor y acrobacias pues tuvo la capacidad de poner banderillas sentado o saltar a las reses con soberana facilidad. Con el 'No hay Billetes' colgado en Sevilla y con la obligación de repetir completó más de 120 festejos en un año.
No sería hasta 1953 cuando este cántabro que se aficionó a los toros en las capeas incorporara a los 'enanitos' del Circo Price, liderados por el inefable Eduardini, a su espectáculo. La fama y la consideración por el espectáculo era mundial. Durante las siguientes cuatro décadas, el espectáculo creció, evolucionó, cambió de Pablo a sus hijo Manuel y Rafael, y de él salieron grandes cómicos como Terrible Japonés, Manolín, Arévalo, Luichi, Laurelito, Gran Ricardo, Totó de Portugal, Pepino de Colombia, el Frutero y el Niño Risi.
Del Bombero Torero tampoco hay que olvidar la parte seria. Después del espectáculo cómico, un joven diestro daba cuenta a un novillo. Desde Manolete a Espartaco, pasando por Ortega Cano o Antoñete comenzaron a fraguarse y adquiriendo la fama que daban las plazas llenas durante las ferias importantes.
'Queremos hacer reir, no por lo que somos sino por lo que hacemos', pero nadie les hizo caso. Desde el cambio de siglo a esta parte, los propios ayuntamientos pusieron coto a los espectáculos con personas con acondroplasia creyendo que era lo mejor para su dignidad sin tenerles en cuenta. Por eso, el 15 de septiembre Rafael Celis colgará el mítico mono azul y se borrará el grueso bigote pintado. El punto final a la historia de un espectáculo mítico, del recuerdo imborrable de mayores que un día fueron jóvenes sentados en el tendido de cualquier coso. Las lágrimas que un día fueron de risa tornan hoy en pena por un país que pierde un poco más de su identidad.
Reportaje publicado en Mundotoro. 12.09.2017.
Rafael Celis será el último Bombero Torero después de que Pablo Celis comenzara en 1928 con una saga que siguió de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Fue en la década de los 30 cuando el primer Celis cogiera la estética de un bombero con un grueso bigote para hacer humor en el ruedo. Humor y acrobacias pues tuvo la capacidad de poner banderillas sentado o saltar a las reses con soberana facilidad. Con el 'No hay Billetes' colgado en Sevilla y con la obligación de repetir completó más de 120 festejos en un año.
No sería hasta 1953 cuando este cántabro que se aficionó a los toros en las capeas incorporara a los 'enanitos' del Circo Price, liderados por el inefable Eduardini, a su espectáculo. La fama y la consideración por el espectáculo era mundial. Durante las siguientes cuatro décadas, el espectáculo creció, evolucionó, cambió de Pablo a sus hijo Manuel y Rafael, y de él salieron grandes cómicos como Terrible Japonés, Manolín, Arévalo, Luichi, Laurelito, Gran Ricardo, Totó de Portugal, Pepino de Colombia, el Frutero y el Niño Risi.
Del Bombero Torero tampoco hay que olvidar la parte seria. Después del espectáculo cómico, un joven diestro daba cuenta a un novillo. Desde Manolete a Espartaco, pasando por Ortega Cano o Antoñete comenzaron a fraguarse y adquiriendo la fama que daban las plazas llenas durante las ferias importantes.
'Queremos hacer reir, no por lo que somos sino por lo que hacemos', pero nadie les hizo caso. Desde el cambio de siglo a esta parte, los propios ayuntamientos pusieron coto a los espectáculos con personas con acondroplasia creyendo que era lo mejor para su dignidad sin tenerles en cuenta. Por eso, el 15 de septiembre Rafael Celis colgará el mítico mono azul y se borrará el grueso bigote pintado. El punto final a la historia de un espectáculo mítico, del recuerdo imborrable de mayores que un día fueron jóvenes sentados en el tendido de cualquier coso. Las lágrimas que un día fueron de risa tornan hoy en pena por un país que pierde un poco más de su identidad.
Reportaje publicado en Mundotoro. 12.09.2017.
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