Escribo desde el dolor y
desde la pausa y la racionalidad que suele dar el día después de los
acontecimientos. El atentado contra la libertad y contra la democracia que se
perpetró desde hace mucho tiempo y se culminó ayer no hace más que demostrar
que el sistema está cambiando, que no somos más que un simple voto. Claro está
que si los partidos políticos no se pronuncian de manera clara de cara en su
programa electoral, no contarán con mi voto, porque ahí todos tuvieron la
culpa, aunque votaran en contra.
Pero una vez más, hemos sido
los únicos que hemos puesto un poco de cordura aunque fuéramos los más
perjudicados, a los que se nos han recortado las libertades, porque a partir de
hoy, se nos puede señalar con el dedo por amar una pasión que ya es ilegal.
Manda huevos. Porque no nos dedicamos a destrozar nada, ni a insultar, ni a
agredir como sería lo normal si lo hubieran hecho otros, aunque se nos
provocara con la manifestación de apenas un par de decenas de anti-todo que
brindaban con cava que no mueren más toros en Barcelona, pero mientras se están
quedando familias enteras en paro o permiten manifestaciones donde le permiten
hablar a un asesino de un niño de trece años. Qué más da, hoy somos un poco
menos españoles, más independientes.
El nacionalismo, como
concepto que nació en el romanticismo, cuando se unificaron Italia y Alemania,
se caracteriza por un grupo de personas que comparten una lengua común, su
cultura y tradición. La lengua y la cultura la están imponiendo a golpe de
decretazo, casi dictatorial. Día a día podemos comprobarlo así que los
acontecimientos irán rodando poco a poco, pero la tradición es algo que no se
puede extirpar, y hay que recordar las tres plazas que tenía Barcelona o que en
tiempos de esplendor, era la ciudad con más festejos al año. Parece que eso no
lo quieren ver, pero siempre será parte de su historia, aunque le joda a unos
pocos.
Queremos pensar que solo es
un hasta luego, que al final se impondrá el sentido común y nos dejaran
desarrollar nuestra pasión sin ser señalados con el dedo. Este fin de semana,
hemos visto toreo con mayúscula en el mejor escenario posible. Una
manifestación continua en pro de la libertad, con los mejores toreros
intentando dejar huella. Morante, Juli y Manzanares el sábado y el magistral
José Tomás, con una vuelta de tuerca más a la Tauromaquia han puesto el punto y
seguido a la historia de La Monumental. Ahora comienza una época oscura, a la
que no dudo que vendrá otra de esplendor. Porque como se ha demostrado a lo largo
de la historia, son ciclos.
Solo esperemos que la
familia Balañá no aproveche para llenarse los bolsillos con la indemnización y
la posterior venta de la plaza porque, si no lo ha conseguido ya, seria
deshonrar un apellido que ha tenido una importancia vital en la historia de la
Tauromaquia.
Como dijo Lorca, si el toreo
es un reflejo de la sociedad, lo que estamos viviendo es un claro ejemplo de la
mierda de sociedad en que vivimos. He dicho.