Apenas tres meses para el
comienzo de la Feria del Caballo de Jerez, los rumores y habladurías sobre la
posible presencia de José Tomás van in crescendo. Más cuando la temporada del
madrileño está en duda de propios y extraños por su ausencia en Sevilla y en
todas las de la casa Chopera (Bilbao, San Sebastián, Málaga, Salamanca… Media
España).
Pensar en Jerez es recordar
las bodegas de vino, la Ruta del Toro, los caballos, el toro de Osborne, Tío
Pepe… y la corrida concurso. Los más jóvenes, yo, no recuerdan aquel
acontecimiento que paralizaba el orden taurino en el planeta toros. Era un día de
campanillas, como la Goyesca de Ronda.Hoy en día, pensamos en la
corrida concurso como la de los zambombos, la de las ganaderías que ya no
embisten, la de los jóvenes toreros que no pueden pelearse ante un mastodonte
después de 5 o 6 puyazos. Esa corrida concurso carente de interés donde solo se
da importancia al tercio de varas. Deberíamos llamarle la corrida concurso
moderna.
En 1958 se inauguró esta
práctica, que para desgracia de todos, dejó de realizarse en 1990, sin
explicación aparente para que vuelva a ser una de las referencias del año. Pero
lo que más llama la atención son los nombres que allí se citaban. Toros de Juan
Pedro Domecq, José Luis Osborne, Carlos Núñez, Marqués de Villamarta, Fermín
Bohórquez, Guardiola, Benítez Cubero, pero combinadas con los Buendía,
Bartolomé o Miura. Los carteles quedaban rematados con Rafael de Paula, Curro
Romero, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Rafael Ortega… Un
espectáculo de primera categoría donde el toro es el gran protagonista. Pero el
toro que embiste, el toro que da espectáculo. El toro elegido con mimo, de nota
más alta para llevarse el premio que llevará con orgullo y acreditará a la
ganadería.
Basta de la moda de un
torismo utópico, del zambombo, del que no embiste. Las ganaderías y encastes
pasan por etapas a lo largo de la historia. Quizás, este no sea el momento de
muchas ganaderías que se piden a bombo y platillo. Hay que mirar al pasado, las
cosas que se hicieron bien porque así podremos conocer el presente y vislumbrar
un futuro, que siempre será incierto.
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