viernes, 12 de octubre de 2012

¡Viva la Fiesta!



El Fundi, al nastural. Foto: Nacho García
Esto es el toreo, esta es la Fiesta. Porque cuando todos ponen de su parte este espectáculo es el más grandioso del mundo. No hay nada igual, ¡Nada! Porque cuando se llega a tal nivel de perfección, el público se olvida hasta de sus propios actos. Histeria colectiva, con argumentos.

En Arenas de San Pedro, epicentro del Valle del Tiétar, que no del Terror, no vivía un ambiente similar desde la reaparición de El Cordobés Benítez. Las calles inundadas de gente venidas de todos los rincones, porque cuando hay un motivo de peso en el toreo no hay crisis que valga. El público no es tonto, sabe cuando tiene que gastarse el dinero. Nimes está de testigo, este invierno debe ser de recapacitación y de cambio radical de sistema. Poco pero con argumentos.

Morante, relajado. Foto: Nacho García
Cuando rompió el paseíllo, José María Manzanares, Juan Diego y Gómez Escorial entregaron una placa conmemorativa a El Fundi en su penúltimo compromiso en activo. El de Fuenlabrada pechó con el más flojo del encierro, el de Juan Pedro Domecq. A base de torearlo a media altura, suave para aguantarle de pie. La nobleza del astado hizo que pudiera gustarse, llegando los mejores momentos en la parte final cuando al natural acortó las distancias. Espadazo y dos orejas paseadas entre el clamor de una tierra que conoce muy bien.

Molinete invertido de Morante. Foto: Nacho García
Antonio Barrera se estrenó en su nueva función de apoderado. Siempre cerca de Morante, dialogaron mucho durante la función. El de Zalduendo, excesivamente vareado, pecó de falta de fuerza desde el primer capotazo. Ya con la franela, comenzó la sinfonía que no debía terminar. Todo suave, como un bailarín que acompaña cada movimiento como una caricia. La tela la manejaba como un paño para no ofender al novillo que no quería ninguna guerra. Pero ahí empezaron los cambios de mano, los molinetes invertidos, los kikirikis… y un sin fin de detalles que se unían a largos naturales que recorrían el cuerpo del de La Puebla del Río. Belleza elevada al súmmun. Por cierto, con una espada que ya quisieran muchos. De media estocada tumbó al novillo sin puntilla, cosas que ya no se ven.

Cordobina de El Juli. Foto: Nacho García
El genio dio paso al Rey de los toreros. Así de claro. El Juli se deja la piel donde torea. Con la misma firmeza e intensidad de un joven, o incluso mucho más visto lo que hay por ahí. Excelso con el capote, quitó por chicuelinas y cordobinas intercalándolas tantas veces que la locura impidió contar. Obligando al cuajado novillo de Daniel Ruiz con la rodilla flexionada lo sacó hasta el tercio pero cuando menos lo esperábamos, se sacó un circular por la espalda recorriendo los 360 grados de un círculo. Rotas las gargantas. El torero crecido, no había vuelta atrás. Con ambas manos alargó las embestidas hasta límites inconcebibles, ligando en redondo rozando la perfección. Pero cuando el novillo resentía tanto esfuerzo, no le asustó achicar el terreno. ¿Y los pases de pecho? Rematados en la hombrera contraria. Estocada marca de la casa. Pedazo novillo, enorme Juli.

Diego Urdiales con la zurda. Foto: Nacho García
Alejandro Talavante no pudo comparecer. Fue sustituido por Diego Urdiales, un torero que ya ha logrado el reconocimiento de sus compañeros. Las últimas, como siempre, las empresas. ¡Y vaya órdago echó el de Arnedo a los G! Siempre perfecto, disfrutó ofreciendo toda su tauromaquia. Se vació por completo. Desde el capote, se arrebató en las verónicas y meció por chicuelinas. Con la muleta se le vio asentado, confiado, en un gran momento. Buen novillo el de Antonio Palla. Basó la faena en la mano derecha, pero nadie echó de menos el natural cuando se llevó la ayuda a la izquierda y toreó soberbios naturales con la diestra. De excelente colocación y ajuste. Todos se dieron cuenta, sus compañeros lo saben, este es un torero de grandes carteles que puede hacer sombra a cualquiera. La estocada, como si no tuviera ningún contrato por delante. ¿El año que viene? Como empiece la temporada en mayo por San Isidro me quito de esto.

Miguel Ángel Perera en redondo. Foto: Nacho García
El más deslucido del encierro fue el que envió José Vázquez y que cayó en “suerte” a César Jiménez que intentó hacer todo para agradar a sus paisanos.  En gran parte gracias a él, Arenas pudo disfrutar de la presencia de estos eruditos del toreo.

El extremeño Miguel Ángel Perera seguro que no quiere que termine la temporada. Esta en uno de sus mejores momentos y se nota. Su faena fue de privilegiado. Tan solo fueron cuatro tandas pero que sumaron más de 40 muletazos. Más de diez por tanda, inigualable. Y cada uno más largo que el anterior. Firmeza absoluta. En la segunda parte estuvo metido en el terreno del toro. Sin trampa ni cartón. Me lo saco por allí, me lo traigo por allá… Sin corregir un ápice su posición. Muy emocionante. Intentó matar recibiendo pero el de Benjumea no quería acudir al cite, por lo que tuvo que acudir al volapié. Vuelta excesiva para el novillo que aunque noble, le falto lo que le sobró al de Daniel Ruiz o al de Palla.

El novillero Francisco José Espada. Foto: Nacho García
Cerraba el cartel el novillero Francisco José Espada. Aquello debía ser como un sueño para el joven aspirante que se veía entre lo más granado del escalafón superior. Y no se achicó en ningún momento. Suelto y variado con el capote, le siguió un muleteo de buen concepto. Ligado y largo, intentó hacer las cosas de la manera más pura posible. Sin perder la colocación, estuvo brillante por momentos, pero contaba con la ayuda del rival de El Freixo con clase, celo, ritmo y nobleza.

Cuando parecía que todo estaba terminado, se anunció que los banderilleros torearían el sobrero y los matadores lo lidiarían. Ahí terminó lo racional y brotaron los sentimientos. Necesito tiempo para asimilarlo, tengo que volver a soñarlo y despertarme para confirmar que aquello fue real. Prometo que lo contaré, cuando sepa describirlo.

Arenas de San Pedro (Ávila), se lidiaron novillos de Juan Pedro Domecq, falto de fuerzas; Zalduendo, mal presentado, flojo; Daniel Ruiz, cuajado, bravo; Antonio Palla, buen toro; José Vázquez, descastado; Benjumea, noble pero le faltaba un punto. Premiado con la vuelta; El Freixo, con celo, ritmo y chispa; sobrero de Victoriano del Río, de larga duración. Lleno.

El Fundi, dos orejas.
Morante de la Puebla, dos orejas.
El Juli, dos orejas y rabo.
Diego Urdiales, dos orejas.
César Jiménez, dos orejas.
Miguel Ángel Perera, dos orejas y rabo.
El novillero Francisco José Espada, dos orejas y rabo.

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