sábado, 14 de mayo de 2011

La lidia antigua en el Siglo XXI


Antiguamente, cuando el tercio de picar era el que primaba por delante de la muleta, cuando los caballos no tenían peto y los picadores iban por delante en el cartel solían verse toros que eran como alimañas, no se entregaban nunca. Solo se preparaban para entrar a matar. A lo sumo doblarse sobre las piernas y colocarlo para pasaportarlo de la manera más eficaz posible. Si conseguían pasar y lograban una buena estocada, bien valía una oreja.

Hoy en día, se pide otro tipo de lidia, moderna y actual basada en la faena de muleta que es la que va a dar o quitar el triunfo. El problema al seleccionar un tipo de toro que sea más “toreable” es que se pierde esa casta y emoción que se echa tanto de menos. Después de tantos días de toros de carril, bobalicones y descastados, ver una corrida fuerte, complicada y, según algunos, encastada hace emocionarse a los más “entendidos” del lugar.

Pero la realidad es bien distinta. La corrida que envió José Escolar, en su vuelta después de una gran corrida en 2009, fue excelente de presentación, 1º, 4º y 5º preciosos, pero todo lo contrario por dentro. Ni uno valió, todos revolviéndose en las manos, buscando lo que se dejaba detrás, sin embestir ni una vez, solo arrollando y poniendo en apuros a los toreros, que no se la podían jugar porque lo único que podía pasar era que acabaran en el hule.

El que pagó los platos rotos de los “entendidos”, que venían predispuestos a favor de los toros, fue Rafaelillo que no logró acoplarse con el primero, el menos malo pero que aún así no se podía hacer nada y con el cornipaso cuarto que estaba vacío por dentro. Lo que había que hacer era doblarse y matarlo de manera eficiente, fue lo que hizo y le pitaron por ello. Y, obviamente, dos grandes ovaciones en el arrastre a sendos moruchos.

Fernando Robleño estuvo por encima de su lote. El segundo sin humillar y en tablas, intentó sacarle de uno en uno pero no pudo hacer más allá de lo posible. El quinto se le coló varias veces y aún así estuvo firme. Escucho palmas en su lote.

Por último Alberto Aguilar solo pudo justificarse, no se puede echar nada en cara porque es imposible. Su lote no embistió, sino que derrotó y por alto, otro día será.

Casta de mentira que solo puso en apuros a los toreros que querían torear como se hace hoy en día, como lo hacen las figuras. Pero se equivocaron, hoy era día de una lidia a la antigua usanza, de poner a los toros 4 o 5 veces en el caballo desde larga distancia y ver qué pasaba. Lo de la muleta es lo de menos porque hoy era imposible, a veces habría que ir más allá. Hay otras maneras de ganarse el triunfo o el run-run de los aficionados solo con detalles. Y además te libras de una buena bronca y una ovación insultante a los toros en el arrastre.

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