miércoles, 11 de octubre de 2017

El orgullo de la libertad

Miguel Ángel Perera. Fotografías: Julián López
Quiso que fuese en Madrid, el puerto más escarpado de la temporada, el broche final de un año excepcional. Seguro de sí mismo, con la firmeza de plantas que le ha caracterizado siempre pero en ese momento en que al bueno lo haces mejor y al malo seguro que le encuentras alguna cualidad. ¡Qué momento! Miguel Ángel Perera cuajó la tarde que siempre soñó en Las Ventas. El mismo Madrid que ya le vio cruzar la puerta más grande en cinco ocasiones (porque la de su presentación como novillero también cuenta), vibró con el toreo en libertad de Perera. La libertad que brota de las lágrimas de Fernando Cepeda que volvió a acompañarle en el callejón. El orgullo de un torero que volvió a sentir después de la incertidumbre de una cornada que lo partió por la mitad. La libertad y el orgullo por una bandera que nos une en un momento tan crítico. El valor para defender lo nuestro y para reunirse con el toro, de sentirlo pasando por los muslos despacio, dejándole elegir carne o muleta. Uno, dos, tres… puedes contar hasta veinte desde que lo embarca hasta que lo suelta allá donde vuelve a recogerlo. Muleta, muleta, muleta. Todo por abajo. ¡Cuanta exigencia!

Así pudo cortar dos orejas del primero de la tarde, en una de las faenas más rotundas de su vida en Madrid. No le hizo falta acudir al tremendismo. Todo fue suavidad, distancia, temple y mano baja como látigo y verdugo para los toros. Tienen que ser bravos para aguantar la exigencia de Perera. La corrida del Puerto de San Lorenzo fue desigual en tipo y en juego. Mansa en los primeros tercios, apenas se dejaron torear con el capote excepto el primero que empezó a cantar su excelente condición en banderillas. Después se vinieron arriba el cuarto y el sexto -con el que López Simón estuvo a punto de cortar un trofeo después de torear con buen aire sobre la mano derecha-, además de la calidad con que contaba el tercero pero blandeó en el caballo y se fue para atrás. Juan del Álamo contó, precisamente, con los dos que no se han nombrado porque fueron los de peor juego del encierro, uno por peligroso y otro por deslucido.

Muy reunido de hechuras, de manos cortas, apretado y reunido. Apenas se notaban los casi 600 kilos que mostró la tablilla antes de la dormida salida de ‘Caracorta’. Muy suelto de salida e incluso buscando los pechos del caballo, el del Puerto mostró su temple y recorrido en el quite por chicuelinas de Juan del Álamo y la exigente respuesta de Perera por chicuelinas y tafalleras que terminaron de fijarlo. En el capote de Javier Ambel se movió con un tranco exquisito y los dos pares de Curro Javier con el vaivén templado de ‘Caracorta’, de cartel. Perera brindó a Madrid. Una primera tanda para hacerlo y rápidamente la faena tornó en grande. Toreo por abajo, embebido en los engaños, de mucha exigencia. La firmeza de Perera, con el toro enganchando delante y llevándolo hasta más allá de la cintura, obligó al toro que se abría más cuanto más cerca veía las tablas pero siempre lo llevó cosido a los engaños. El cénit llegó en una tanda sobre la mano izquierda vaciando los muletazos por debajo de la pala del pitón y reduciendo la velocidad de cada embestida. Perera estaba roto y entregado. Un circular perfecto de esos que nunca terminan. Incluso fue prendido, sin consecuencias. Asomaba ya faena de dos orejas pero la espada quedó suelta y tuvo que usar el descabello. Aún así paseó una oreja.
Miguel Ángel Perera y Fernando Cepeda


Más largo fue el quinto pero algo escurrido. Se dejó pegar en el caballo que no mostró codicia en los primeros tercios. Estuvo decidido Perera para recibirlo en los medios con varios pases cambiados ajustadísimos. No le importó la incierta embestida para plantarse firme y tragar ‘quina’. Siempre con la muleta en el hocico, Miguel Ángel lo exprimió desde la primera tanda, por abajo, con máxima exigencia. En la segunda le dio distancia, de punta a punta del ruedo. El animal respondió y la faena creció en intensidad. La clave estuvo en alargar el medio viaje que llevaba a partir del tercer muletazo. Porque Perera está en un momento de explotar las virtudes y no mostrar los defectos de sus toros. Ahora un tiempo de respiro. Un farol sobre la derecha sirvió para comenzar otra tanda pero el toro ya pensaba más en rajarse. Pinchó antes de dejar una gran estocada. El público se entregó después de ver al mejor Perera en Madrid. La oreja le sirve para cruzar por quinta vez como matador de toros la Puerta Grande de Las Ventas.

El inicio por doblones de López Simón fue la mejor manera de fijar la descompuesta condición del sexto. El más bastote del encierro salió muy suelto en los primeros tercios, poniéndose muy complicado en banderillas. No le importó al madrileño que estuvo muy inteligente para encontrarle la medida con la que el toro fue a más. Cuanta más limpieza hubo, mejores fueron los muletazos. Nada fue accesorio, todo fue toreo. Con la última tanda sobre la mano derecha tenía cortada la oreja pero una estocada que hizo guardia le dejó sin premio.

El presidente lo vio muy claro para devolver al tercero por blando. En su lugar salió un sobrero extremadamente serio de Santiago Domecq tanto por su expresión, enmorrillado, estrecho de sienes pero con mucha presencia por delante, como por su edad, cinqueño pasado. En el capote se dejó pero en la muleta rápidamente demostró seriedad, también, en su comportamiento. Protestó en la corta distancia un toro para estar muy firme. López Simón lo intentó en la media y en las cercanías, pero sin eco arriba porque no transmitió el peligro que podía tener.

Miguel Ángel Perera. Fotografías: Julián López


El segundo salió suelto en el capote de Juan del Álamo. Más alto de cruz y serio por delante, fue protestado por una posible lesión en las manos de la que se olvidó en el último tercio. Porque ahí fue cuando sacó su verdadera condición de peligro, reponiendo y buscando las piernas del valiente y decidido torero salmantino. No terminó de llegar al tendido los verdaderos problemas de este complicado segundo. El quinto era muy cuajado. Serio en su aspecto. No fue un toro fácil. Del Álamo esta vez no tuvo suerte con el lote que le tocó y solo pudo estar con entereza y firmeza. Tuvo movilidad pero iba con todo, lo que deslucía el viaje. Volverá.

Plaza de toros de Las Ventas. Sexta de la Feria de Otoño. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Puerto de San Lorenzo, humillación y respondiendo a la exigencia, el primero; con peligro, el segundo; de buena condición aunque queriéndose ir el cuarto; deslucido el quinto; y a más el sexto; y uno de Santiago Domecq, 3º bis, muy serio de trapío y juego.

Miguel Ángel Perera, oreja tras aviso y oreja;
Juan del Álamo, silencio y silencio tras aviso;
López Simón, silencio tras aviso y ovación tras aviso.

Saludaron tras parear al segundo Curro Javier y Guillermo Barbero.

Publicada en Mundotoro el 30/09/2017.

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