domingo, 13 de mayo de 2018

La independencia de El Cuervo

El día amaneció cubierto. Las nubes no amenazaban lluvia. Lo peligroso era el viento. Miro por la ventana de la habitación. Estamos en El Cuervo, independiente desde 1992. Sí, independiente. Aquí no hay lazos amarillos pero el trabajo duro de los vecinos consiguieron que la pedanía dependiente de Lebrija, lograra su propio ayuntamiento.

Un buchito de agua para entonar el cuerpo. La Feria bien. Gracias. Como pasa cuando estamos a gusto, hicimos lo pronto tarde. Muchos factores convierten a una ciudad en especial pero una de ellas es patrimonio inmaterial, su gente. Y en Jerez la gente es parte decisiva. Te acogen como uno más. De la caseta La Ventana a El Trasiego. ‘¿Va bien el Comando Madrid? Vamos que nos vamos’.

¿Qué sería de nuestra vida sin los toros y sin todo lo que le rodea? El día empieza a abrirse pero el viento no deja de insistir. Eolo también quiere estar en la reaparición de Morante. Hace fresco. Llegamos a Jerez. Comer en la Feria y a la plaza. Impoluta. Hace no tanto, que los desconchones y las pintadas era la imagen de una plaza de toros histórica.

Tiene sabor. Brilla el sol y las bandeas hondean. Los colores se multiplican. Un jaco avía el ruedo a la antigua usanza. No se escapa ni un detalle. En la puerta del Patio de Cuadrillas, la gente se agolpa a la espera de ver a sus ídolos. Hay ilusión por ir a los toros.

Son las 00.32 horas. Aún tengo que ordenar recuerdos. La segunda para llega mañana, en Valladolid. 656 km. Morante torea con Manzanares y Talavante. Un día con mucho por descubrir. La vida es una gran tarde de toros.

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