martes, 16 de agosto de 2011

Javier Herrero, al natural


La Feria del Toro de Cenicientos comenzó con un corridón de Alcurrucén, ganadería típica en los últimos años en la localidad madrileña. Y un año más dio un juego que permitió no aburrirse a coruchos y visitantes que se acercan cada año para ver la integridad en el ganado. Aunque no tanto en el resto del espectáculo. Unas veces por unas cuadrillas incompetentes y otras por el consentimiento de los toreros. El segundo caso fue el de Joselillo que dejó pegar de manera indecente a su lote en el caballo. El primero de su lote fue un gran toro que logró imponerse a su torero en cada momento de la lidia. Un bajonazo remató a un toro encastado que se merecía mucho mas. Los aficionados que lo vieron despidieron al burel con una ovación. Al quinto no le quisieron ni ver, ni él, ni su cuadrilla. Se quedó inédito.

De la actuación de Javier Castaño, solo se puede destacar a David Adalid, miembro de su cuadrilla. En el que abrió plaza saludó una gran ovación después de un gran tercio de banderillas y en el quinto bregó con cabeza, dando los capotazos largos y medidos. Una pena que no supiera aprovecharlo su matador que pasó cuanto menos de puntillas. El primero fue un torazo colorado y astifino que resultó molesto porque daba cabezazos al salir de cada muletazo. Al cuarto, no quiso verlo por lo que abrevió.

Pero lo mejor llegó con el que cerró la terna. Javier Herrero, un chaval desconocido por muchos y con apenas dos corridas en su haber, estuvo hecho un tío ante un lote desigual. Su primero fue un toro completo, que apretó en el caballo. Comenzó la faena por la derecha, donde se pudo atisbar las condiciones del torero. Solo perdía un paso entre muletazo y muletazo, cosa que no se veía por esta plaza desde hace mucho tiempo. Pero lo gordo vino cuando se cambió de mano. Naturales larguísimos y de mucha plasticidad que fue a más, hasta terminar en una última tanda que caló hondo en los tendidos. El mal uso de los aceros hizo que perdiera un trofeo.

El que cerró plaza fue el más soso del encierro, pero el de Cuellar puso la carne en el asador para arrancar un triunfo que no fue posible, aún así dejó buen sabor de boca. Toreros así necesitan una oportunidad para darse a conocer. Ojo con Javier Herrero que a la mínima dará la sorpresa, aunque los que lo vimos no nos sorprenderá porque es un gran torero.

Toros de Alcurrucén, bien presentados y de juego interesante.

- Javier Castaño (Blanco y oro) Silencio y silencio

- Joselillo (Blanco y oro) Pitos y bronca

- Javier Herrero (Grana y oro) Vuelta y ovación

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