Le apodaron Diego Valor.
Nunca un sobrenombre fue tan acertado. Sevillano de cuna, pero con aires
castellanos, ofreciendo siempre su vida en el juego con el toro. Torería y
valor, ¡Qué difícil combinación! Más de cincuenta cornadas que atravesaron su
menudo cuerpo pueden dar fe de ello. Ejemplo de amor propio, pundonor, soberbia, en definitiva, Diego
Puerta.
Cabeza de ratón de una
generación prodigiosa donde se recuerda la mítica terna que completaba con S.M.
El Viti y Paco Camino. Casi ná. Pero sin olvidar a Curro Romero, Palomo
Linares, El Cordobés, Mondeño, Antonio
Bienvenida, Gregorio Sánchez, Antoñete, Ordóñez, Chamaco... Una lucha diaria que
le llevó a la gloria. Y no con el ganado más favorable, ahí están las gestas
con Miura en Sevilla donde recibió un cornalón y aguanto hasta despachar a su
oponente.
En el recuerdo siempre
quedarán trajes hechos jirones, remiendos, corbatines como torniques… Pero
sobre todo el valor y amor propio de un torero de los que ya no quedan. Nos ha
dejado otro de los grandes, pero su muerte le elevará a la eternidad del toreo.
Descansa en paz maestro.
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