sábado, 26 de febrero de 2011

Todos a hombros, todos contentos


Un año más la temporada madrileña se inagura en Vistalegre. Un público festivo, con ganas de pasarlo bien y un toro mucho más cómodo. Pero ni tan festivo, ni tan cómodo. Me explico.

La gente tenía ganas de marcha, movimiento, orejas. Seis en total, dos por cabeza que podían haber sido alguna menos si se hubiera exigido más. El toro cómodo de Garcigrande rozando el anovillado, sin trapío para Madrid, llámese como quiera la plaza. Chicos, cómodos de pitones, sin raza, bobalicones, vulgares pero con una pizca de clase que permitía ponerse delante y sacarle los pases largos porque eran toreables. Iban detrás de la tela por lo que podían estar delante sin riesgo alguno el tiempo que quisieran. Los toreros lo pusieron todo para que aquello hirviera. Excepto el segundo que desarrolló sentido e intentó coger a Manzanares en el tercer muletazo de cada tanda.

Lo más destacado de la tarde lo ha hecho Alejandro Talavante en el tercero. Ha vuelto el Talavante mexicano. Ese que tiene chispa, que tiene pellizco. Un torero valiente, variado, desarrollando suertes nuevas. Ha supuesto un gran impacto para los que no han seguido la temporada americana porque no se esperaban a un torero tan diferente. Y encima ha cobrado un estoconazo que le han valido las dos orejas. Talavante ha evolucionado. El último ha sido el peor de la corrida porque no ha transmitido ni bueno ni malo, aunque se ha visto la otra cara del extremeño, esa que no queremos ver más.

El Juli ha vuelto a demostrar que le vale el bueno, el malo y el insulso. Si embiste, lo lleva hasta el infinito, más allá de la cintura. Si es malo, un toque firme abajo para que siga por donde él quiere y si es insulso, como ha sido el caso, toca arrimón. Pases cambiados, cercanías, redondos, derechazos y naturales largos. No quiere bajarse del tren del triunfo. Una buena estocada pero de efecto tardío y un estoconazo le sirvieron una oreja de cada toro.

José María Manzanares volvía después de seis meses de calvario. Operación tras operación, hasta pensó en que no volvería a torear con la mano izquierda. Pero está recuperado para la causa. De todas formas de notó tanto tiempo de no pisar una plaza aunque su preparación ha sido brutal. El segundo de la tarde desarrolló mucho sentido, incluso le cazó una vez sin consecuencias. Estuvo firme y dispuesto. En el quinto estuvo por encima de su anodino animal. Una oreja en cada toro le permitió acompañar a sus compañeros por la puerta grande.

Por cierto, una pena la más de media entrada que había. Este cartel no se merece tan poco público, luego nos quejaremos si al año que viene no hacen la feria.

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