La apuesta fue fuerte. Nada menos que cinco mexicanos. Desde hacía años no se producía un trasvase de esta magnitud, aunque estamos acostumbrados a que los españoles crucen el charco cada invierno para copar todas las ferias de Sudamérica. Muchos no creyeron en estos toreros, pero uno a uno están demostrando que tienen cabida en el panorama español. ¡Y de qué manera!
Arturo Saldívar e Ignacio Garibay ya demostraron que, como mínimo, se merecen una repetición por méritos propios. Hoy el novillero Sergio Flores, que cogió el puesto debido a su gran actuación en las primeras novilladas de la temporada, ha demostrado que quiere ser torero. Y lo será si él quiere y le acompaña un poco la suerte. Sí, solo un poco. Porque si el novillo no embiste, se monta encima y le hace embestir. Además de torear bonito y vistoso, porque le queda muy bonito el embroque. Cuando uno le permita ligar cinco o seis muletazos, se tiene que caer la plaza. Sí, es cierto, tiene muchas carencias como por ejemplo le falta templar la embestida, pero sus ganas durante toda la tarde tapan esas carencias, corregibles con el paso del tiempo. Por no hablar de su toreo de capote, variado y con mucho gusto. Con su primero se abrió bien a la verónica ligando cinco y remató con un farol y larga. También respondió a un quite de López Simón con unas chicuelinas ligadas con tafalleras, que recuerda a ese quite característico de Juli pero con otro aire. Aire mexicano, que fresco, suave y además huele muy bien. Ah, y le pidieron la oreja, pero el mismo presidente que se la concedió a El Cid se la negó a un chaval que le podría haber arreglado la temporada. En su conciencia estará.
El francés Thomas Dufau demostró estar placeado. Tiene poderío en su muleta, porque hace embestir hasta al primero de la tarde que se quería ir de allí como fuera. Le puso la muleta en la cara y no le dejó ver más allá. Consiguió ligar un par de tandas. Un milagro. Al final del cuarto sufrió un percance que solo quedó en un susto. Después remató con un estoconazo. Se nota que está cerca su alternativa, llega muy cuajado.
López Simón es un torero muy vertical. Desde el paseíllo, hasta el camino al centro del ruedo para brindar el toro. Demasiadas posturas, cuando lo importante es el toreo fundamental. Pero si él lo siente así, adelante. Su toreo recuerda a Talavante, hasta en su aspecto físico. Con el paso del tiempo se va cogiendo una personalidad propia, pero cuando se empieza lo normal es beber de unas fuentes e imitar a los ídolos. Quizá ese toreo vertical pedía más ajuste en las tandas, es decir, pasárselos más cerca. Aún así estuvo muy valiente en dos comienzos de rodillas desde el centro del ruedo ligados y rematada muy atrás. Los pelos de punta.
La novillada de Montealto estuvo vacía por dentro. Algunos marmolillos que no querían que les molestaran y otros que querían salir huyendo, en definitiva un petardazo que no permitió mucho más a la joven terna que tenía toda su ilusión puesta en esta tarde.
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