miércoles, 11 de octubre de 2017

La sonrisa del tieso

Román. Fotografía: Julián López/Mundotoro
La sonrisa puede ser pícara, sincera, jocosa, burlona (si la acompañas después con la punta de la lengua). Incluso hay una sonrisa triste, de complicidad o de compasión. También está la sonrisa del tieso. La del desparpajo de a quien nada teme. Román sonríe delante de la cara del toro con la misma entrega con que está en la plaza. Y gracias a esa entrega le sirven los toros, porque nunca se quita. La emoción del ‘uy’ se contrapone con su mirada joven y despierta que acompaña a sus palabras, rápidas que piensan más rápido de lo que va la boca. A Román le faltó solo un segundo, el que da la tranquilidad, para volver a cruzar en hombros la Puerta Grande de Madrid.

Ese segundo para asegurar, respirar hondo, montar la espada y atacar. Esta vez se fue abajo y el metisaca afeó una conquista que había tenido en el ruedo una historia de emoción y verdad. Román sabe que necesita un aldabonazo cada tarde para que no le den de lado. El valenciano sorteó el mejor lote -el tercero por su transmisión y el sexto por su humillación- dentro de un encierro de Fuente Ymbro que tuvo a dos mansos, un pregonado y otro deslucido sin más, que cayeron en manos de Morenito de Aranda, uno que se desplazó con buen son, el segundo, y otro manso que por dentro repetía aunque siempre con las intenciones puestas en las tablas, el quinto, que fueron para un Joselito Adame exigido en tono mayor por el tendido y que fue capaz de sobreponerse hasta el punto de rozar el premio a la primera de cambio.

No dudó Román en echarse en capote a la espalda para recibir al tercero. Con la complicación de ajustarse con el toro en sus inciertas primeras embestidas. Muy ceñido. Morenito vio como daba con sus huesos en el albero cuando el toro se vino por dentro en un quite por verónicas. La última y la media cuando comprobó que solo -nada menos- llevaba la paliza fueron de cartel. En el segundo tercio arreó pero siempre colocando bien la cara sobre todo por el derecho. Román brindó al público antes de doblarse con él rodilla en tierra. El toro se desplazaba con buen aire y con una chispa que daba transmisión. Desde la primera tanda le dio distancia a lo que el toro respondió con una embestida vibrante. Román no se movió para ligar la tanda que remató con un larguísimo cambio de mano. Más emoción llegó con un volteretón porque este era encastado y pedía fibra. Después fue mejor cuando no tocó los engaños. La última tanda lo apretó por abajo y las bernadinas finales cambiando el viaje con el último halo de aliento metieron a la gente. Lo dio todo en la estocada y salió con la banda de la taleguilla rota además de un carrerón de punta a punta de la plaza. Oreja.

Román. Fotografía: Julián López/Mundotoro


El castaño sexto fue por grande el hermano mayor de la tarde. Alto de cruz y bien armado, tuvo alzada. Pedro Iturralde lo fijó con dos puyazos delanteros extraordinarios. Se desplazó por abajo el de Fuente Ymbro en banderillas y así lo quiso todo en la muleta. Román se puso directamente sobre la izquierda para, después, darle distancia y lucirlo. Tuvo verdad y sinceridad. La de un torero que sabe lo que es salir en hombros por la calle de Alcalá pero que necesita de un aldabonazo diario para seguir en la lucha. Y como fue que si no llega a ser por la espada hubiese salido en hombros. Por momentos hubo reposo, en otros faltó por la propia necesidad. La última tanda volvió a poner a todos de acuerdo. Con la oreja en la mano, un metisaca antes de la estocada y el posterior descabello dejó el premio en una ovación de despedida y la promesa y el crédito para volver.

El segundo abría la cara y enseñaba las puntas como alfileres. En los primeros capotazos mostró su querencia, siempre mirando para las tablas pero Joselito lo esperó en los medios para recibirlo con gusto a la verónica. En banderillas siempre se desentendió de la lidia sin ganas por tomar el capote por derecho. Adame brindó a México. Y por México estuvo en todo momento con buen criterio y supo fijarlo al sacarlo con tres muletazos muy suaves y a su altura. Rápidamente se puso a torear más allá de la segunda raya. El de Fuente Ymbro se desplazó pero siempre con la mirada fija en su querencia natural. Ahí estuvo listo el mexicano que le tapó la salida. Hubo relajo y naturalidad en muletazos de extraordinario aire. Hubo firmeza al natural y dos cambios de mano de cartel. El cierre rodilla en tierra mereció mayor premio. El presidente y parte del público se agarraron a que la espada quedó un punto baja para no concederle una oreja para reconocer una labor que lo mereció.

De mucho volumen, el colorado quinto siempre quiso irse al refugio de las tablas. Echó la cara arriba de forma descarada en el caballo y arreó, sobre todo por dentro, en dos buenos pares de Miguel Martín y Fernando Sánchez. Con la franela le dio distancia pero rápidamente Adame supo que lo que iba a ser tendría que ser por dentro de la primera raya. Donde él quisiera. Le puso la muleta y el toro arreó sin más valor que el de querer arrollar. Mérito del mexicano.
Román. Fotografía: Julián López/Mundotoro.

Cuajado, astifino, con cuello y largo de viga. Morenito recibió al primero con todo a favor del animal, sacándolo a los medios en una buena lidia. En el caballo se empleó sobre las manos y ya demostró en su salida de najas que no iba a ser fácil. Así fue desde el primer muletazo cuando el de Aranda se puso directamente sobre la mano izquierda y el animal solo veía presa fácil. Muy reservón. Morenito lo lidió sobre las piernas escapándose de varias cambayás con malas ideas.

No tuvo lote Morenito en su paso por Otoño. El cuarto fue más alto, con más cuello y no quiso pelea de salida. Del caballo de turno se fue al de guardia sin querer apenas sentir el hierro. En la muleta del burgalés no quiso tomar con gracia ni medio viaje. Con este lo mejor que puedes es estar digno con la espada, como así lo estuvo.

Plaza de toros de Las Ventas. Cuarta de la Feria de Otoño. Alrededor de media plaza. Toros de Fuente Ymbro, de variadas hechuras, cuajados y serios. Reservón el primero; se desplazó con buen son el segundo; con transmisión el tercero; deslucido el cuarto; manso y aquerenciado aunque repetidor el quinto; y de gran humillación el sexto.

Morenito de Aranda, silencio y palmas
Joselito Adame, vuelta tras petición y silencio
Román, oreja tras aviso y ovación de despedida tras aviso

Saludaron en banderillas Miguel Martín y Fernando Sánchez

Publicado en Mundotoro el 28/09/2017

No hay comentarios: