
¿Por qué no podían volver los festejos populares como la becerrada local tan implantada en nuestro pueblo durante muchos años? La idea era perfecta ya que los costes eran mínimos para el empresario y la satisfacción iba a ser mucho mayor que un espectaculo menor. Con la reunión de un grupo de jóvenes y con la inestimable ayuda de Mariano Jiménez salió adelante la idea.
El mes de agosto fue un hervidero de rumores de qué mozos se pondrían delante de los añojos, de si este o aquel iban de cabeza de cartel... Recuerdo que cada tarde me paraban más de cinco veces por si sabía algo nuevo.
Volvieron a verse capotes por las calles, parques y placetuelas. Todos los que participábamos, quedábamos para entrenar muchas tardes, nos imaginábamos “la faena” o “el par” de banderillas que había que poner al desconocido animal al que nunca nos habíamos enfrentado.
Y qué casualidad que comenzaron a salir jóvenes interesados hasta debajo de las piedras. Todos querían coger el capote y la muleta. Preguntaban cómo se daba una verónica y se quedaban asombrados con lo que pesaba el capote y con la destreza con lo que lo manejábamos. Querían conocer este mundo que parece tan inaccesible.
Que mejor año para volver a recuperar esta tradición que en 2010 cuando se cumplen 50 años de la inauguración del coso sotillano.
CONTINUARÁ...