Morantismo en estado puro

Otra juampedrada manda al traste la ilusión con la que el público fue a ver de la corrida del arte. Pero como casi siempre el que destacó fue el genio de La Puebla. ¿Como se puede torear tan bien con tan poco material? El segundo no fue claro hasta que llegó al tercio de muleta. Poca gente apostaría un duro por él, pero solo el maestro es capaz de robar 10 o 12 embestidas en cuanto el toro se despistó, ya que parecía que se iba a ir con ellas al desolladero.

Conocemos el momento en el que está José Antonio, que es capaz de hacer faena a toros inverosímiles donde cualquier otro ve sosería y descaste. A base de ayudarle en las alturas y ser preciso en el toque le pegó tres tandas de escándalo y cuando el toro se paró comenzó el show de morantismo donde replegó todo su arsenal de desplantes y vergüenza torera. Incluso hasta dejó una media habilidosa que fue suficiente para que cayera al albero del coso de la calle Xátiva.

La cosa cambió en el quinto con un toro horrible, sin una sola embestida clara que se agravó con una pésima lidia que corrió a cargo de Rafael Cuesta. Tres puyazos (uno trasero, otro en la paletilla y otro contrario) que empeoró el comportamiento del animal. Así que tras un desarme, lo macheteó por bajo como él solo sabe y lo mató de aquella manera. No se podía hacer más faena a esa bestia y que mejor que ver ese toreo por bajo castigando al ejemplar en vez de perder 10 minutos de faena sin llegar a ningún lado.

Cuando acabó la corrida salió caminando, recreándose en su vergüenza torera, como si estuviera lidiando al toro de la vida con la montera en la cabeza como los antiguos. Gustándose, se quitó la montera y salió de la plaza en busca de mejor suerte.

Ya se sabe que como dice el refrán, de Morante se aprovechan hasta los andares.