lunes, 5 de octubre de 2009

La importancia de una buena cuadrilla


La cuadrilla es un valor añadido que tienen los toreros, les ayudan en la lidia para mejorar las cualidades del toro, incluso para que desaparezcan defectos o corregirlos. Estos pueden llegar a ser fundamentales en el transcurso de una corrida en una plaza de primera categoría.
Muchas veces no se da importancia al tercio de varas o al de banderillas ya que como puede comprobarse en la mayoría de pueblos se dan decenas de capotazos inútiles y las pasadas en falso de los banderilleros con los palitroques en mano es algo más habitual de lo deseado. Muchas veces puede observarse al subalterno inseguro desde que se cuadra para parear al toro y en una ardua carrera, haciéndole una diagonal, solo deja un palo colocado, frecuentemente, caído y con un estilo muy personal que deja mucho que desear, con el fin de no volver a pasar semejante calvario… en fin hay incompetentes como en cualquier profesión.
Pero todo cambia cuando se ve una buena lidia que hace disfrutar al verdadero aficionado. Sin ir más lejos cabe destacar la maravillosa cuadrilla de Sebastián Castella que realizó el pasado sábado un espectáculo sensacional.
Para empezar, los picadores estuvieron correctos ya que administraron el castigo justo a sus oponentes, sobre todo destacó en el sexto José Manuel Cordero. Pero lo realmente bueno surgió en banderillas.
Los taurinos ya saben que cuando Curro Molina se pone con las banderillas o con el capote no hay quien le supere, pero el día pasado fue algo increíble. Se colocó en los medios dando medio pecho al toro con una planta de torero que recordaba al añorado Montoliú, continuó andando hacia el toro hasta que comenzó a correr con una clase sobrenatural para encontrase cara a cara con él. Una vez allí se asomo al balcón como los más valientes y dejó un par de cartel. Repitió en el segundo par dejando unos instantes para disfrutarlos antes de comenzar a andar que recordó a torero añejo.
De esta obra maestra se contagió el tercero de la cuadrilla, José Gómez Fernández que no tuvo nada que envidiar al maestro y fueron obligados a saludar en el tercio una gran ovación. Todo estuvo aliñado con el gran capote de Manuel Molina que ayudó a que aquel magnifico toro fuera a más.
Pero en el sexto Curro acariciaba el capote con la yema de sus dedos, dio unos pases eternos que comenzaban mucho más delante de lo que sus brazos podían alargarlo y lo llevo toreado hasta que se encontraba colocado en la mejor posición para que sus compañeros pudieran banderillear en las mejores condiciones. Incluso se tocaron las palmas cuando uno de estos pases eternos concluía, algo que no había visto.
No cabe duda de que esto ayuda a calentar al público que ya se encuentra metido en la faena y con ganas de que el matador ligue una buenas tandas.
Por ello es la importancia en la actualidad de tener una buena cuadrilla que ayude torero en la compleja lidia, aconseje de manera adecuada y ofrezca un espectáculo que podamos saborear y recordar todos los que amamos la Fiesta.

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