Castella apostó fuerte en este final de temporada y volvió a la Monumental de Las Ventas después de abrir la puerta grande en la pasada feria de San Isidro. El maestro francés no tenía la necesidad de cumplir este compromiso ya que su temporada había quedado refrendada con los numerosos éxitos que ha obtenido durante todo el año.
Pero él quiso volver a su plaza después de cortar una oreja en el cierre de la temporada en Sevilla, otro reto que solventó con nota y que pudo ser de escándalo si los de Parladé no hubieran sido esos borregos que suelen salir con más frecuencia de la deseada en el coso del Baratillo.
Salió decidido desde el paseíllo, asentando la planta y con un traje muy original que después de investigar un poco, llegué a la conclusión que era reciclado del que usó en la corrida Picasiana celebrada a principio de temporada en Málaga. Aún así, un vestido precioso.
El primer ejemplar que tocó en suerte a Sebastian Castella, fue sin duda un ejemplar muy bravo y con motor que provocó que tuviera mucha transmisión en el tendido. Capote en mano lució al toro por verónicas, quitó por gaoneras y lo trató muy bien en varas, aplicándole un castigo justo para que no se le viniera abajo. El segundo tercio fue una obra de arte que llevo a cabo la cuadrilla del francés. Curro Molina con los palos es un espectáculo digno del mejor banderillero de la historia. Marcó la suerte dando el pecho al toro y en el encuentro levantó los palos y clavo arriba. A continuación salió andando con torería entre la gran ovación del respetable. ¡Grande Curro!
Con un pitón izquierdo sensacional, comenzó la faena con tres pases cambiados en el centro del ruedo y pase de las flores que levantó al público. Realizó toda la faena en un palmo de terreno con el toro metiendo la cabeza hasta el final de la obra maestra. La plaza estaba entregada al torero y Sebastián estaba disfrutando de una faena cumbre. No le hizo falta finalizar con su típico arrimón ya que lo hizo todo perfecto. Con la espada estuvo como un león y cobró un estoconazo de buena ley. Total que dos orejas entre la unanimidad.
Con el sexto lo intentó y casi lo consiguió. Un toro flojo que se quedaba corto al segundo pase, tuvo que acortar los terrenos y meterse entre los pitones para conmocionar al personal con el arrimón. Todo el mundo entregado a su creación que tuvo unas altas notas de dramatismo pero que caló en los tendidos. Pinchó y se le fue la más que probable oreja que hubiera rematado una tarde antológica. Recogió una gran ovación antes de que saliera a hombros.
Completaron el cartel Julio Aparicio y Morante de la Puebla, que justificaron mínimamente su inclusión en el cartel.
Aparicio se le vio a gusto en el inicio de faena al que habría plaza, pero al final se quedo sin fuerza y optó por abreviar. En el cuarto casi ni se le vio. Algún lance por aquí y otro por allí pero poco más. En el sexto salió para hacer el quite de la vergüenza torera entre la división de opiniones del público. Muchos le pitaron, pero dejó una media de cartel de toros.
No comprendo el planteamiento que Sánchez Benito ha hecho de la temporada de Morante. ¿Qué falta le hacía volver a Sevilla y Madrid después de lo que hizo a en la Feria de Abril y San Isidro? No se le ve bien, parece que ha cogido peso y no está bien físicamente. Esperemos que esto sea una pájara pasajera y que vuelva en todo su esplendor la próxima temporada, porque en Madrid ni se justificó. Con su primero intentó agradar con unas buenas verónicas y algún natural suelto, pero con al quinto no quiso ni verlo ya que lo masacró en varas y no dio ni un capotazo. Con la muleta hizo como si lo intentara y se limitó a quitar las moscas al burel que tampoco valía un céntimo.
En el aspecto ganadero, Cuvillo no se lució y solo le salvó de la catástrofe el maravilloso tercero. Todos los demás no tenían fuerza y llegaban a la muleta desfondados y pegando cabezazos. El primero fue gazapón por lo que deslució toda la faena.
Pero él quiso volver a su plaza después de cortar una oreja en el cierre de la temporada en Sevilla, otro reto que solventó con nota y que pudo ser de escándalo si los de Parladé no hubieran sido esos borregos que suelen salir con más frecuencia de la deseada en el coso del Baratillo.
Salió decidido desde el paseíllo, asentando la planta y con un traje muy original que después de investigar un poco, llegué a la conclusión que era reciclado del que usó en la corrida Picasiana celebrada a principio de temporada en Málaga. Aún así, un vestido precioso.
El primer ejemplar que tocó en suerte a Sebastian Castella, fue sin duda un ejemplar muy bravo y con motor que provocó que tuviera mucha transmisión en el tendido. Capote en mano lució al toro por verónicas, quitó por gaoneras y lo trató muy bien en varas, aplicándole un castigo justo para que no se le viniera abajo. El segundo tercio fue una obra de arte que llevo a cabo la cuadrilla del francés. Curro Molina con los palos es un espectáculo digno del mejor banderillero de la historia. Marcó la suerte dando el pecho al toro y en el encuentro levantó los palos y clavo arriba. A continuación salió andando con torería entre la gran ovación del respetable. ¡Grande Curro!
Con un pitón izquierdo sensacional, comenzó la faena con tres pases cambiados en el centro del ruedo y pase de las flores que levantó al público. Realizó toda la faena en un palmo de terreno con el toro metiendo la cabeza hasta el final de la obra maestra. La plaza estaba entregada al torero y Sebastián estaba disfrutando de una faena cumbre. No le hizo falta finalizar con su típico arrimón ya que lo hizo todo perfecto. Con la espada estuvo como un león y cobró un estoconazo de buena ley. Total que dos orejas entre la unanimidad.
Con el sexto lo intentó y casi lo consiguió. Un toro flojo que se quedaba corto al segundo pase, tuvo que acortar los terrenos y meterse entre los pitones para conmocionar al personal con el arrimón. Todo el mundo entregado a su creación que tuvo unas altas notas de dramatismo pero que caló en los tendidos. Pinchó y se le fue la más que probable oreja que hubiera rematado una tarde antológica. Recogió una gran ovación antes de que saliera a hombros.
Completaron el cartel Julio Aparicio y Morante de la Puebla, que justificaron mínimamente su inclusión en el cartel.
Aparicio se le vio a gusto en el inicio de faena al que habría plaza, pero al final se quedo sin fuerza y optó por abreviar. En el cuarto casi ni se le vio. Algún lance por aquí y otro por allí pero poco más. En el sexto salió para hacer el quite de la vergüenza torera entre la división de opiniones del público. Muchos le pitaron, pero dejó una media de cartel de toros.
No comprendo el planteamiento que Sánchez Benito ha hecho de la temporada de Morante. ¿Qué falta le hacía volver a Sevilla y Madrid después de lo que hizo a en la Feria de Abril y San Isidro? No se le ve bien, parece que ha cogido peso y no está bien físicamente. Esperemos que esto sea una pájara pasajera y que vuelva en todo su esplendor la próxima temporada, porque en Madrid ni se justificó. Con su primero intentó agradar con unas buenas verónicas y algún natural suelto, pero con al quinto no quiso ni verlo ya que lo masacró en varas y no dio ni un capotazo. Con la muleta hizo como si lo intentara y se limitó a quitar las moscas al burel que tampoco valía un céntimo.
En el aspecto ganadero, Cuvillo no se lució y solo le salvó de la catástrofe el maravilloso tercero. Todos los demás no tenían fuerza y llegaban a la muleta desfondados y pegando cabezazos. El primero fue gazapón por lo que deslució toda la faena.
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