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El Fundi, al nastural. Foto: Nacho García |
Esto es el toreo, esta es la
Fiesta. Porque cuando todos ponen de su parte este espectáculo es el más
grandioso del mundo. No hay nada igual, ¡Nada! Porque cuando se llega a tal
nivel de perfección, el público se olvida hasta de sus propios actos. Histeria
colectiva, con argumentos.
En Arenas de San Pedro,
epicentro del Valle del Tiétar, que no del Terror, no vivía un ambiente similar
desde la reaparición de El Cordobés Benítez. Las calles inundadas de gente
venidas de todos los rincones, porque cuando hay un motivo de peso en el toreo
no hay crisis que valga. El público no es tonto, sabe cuando tiene que gastarse
el dinero. Nimes está de testigo, este invierno debe ser de recapacitación y de
cambio radical de sistema. Poco pero con argumentos.
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Morante, relajado. Foto: Nacho García |
Cuando rompió el paseíllo,
José María Manzanares, Juan Diego y Gómez Escorial entregaron una placa
conmemorativa a El Fundi en su penúltimo compromiso en activo. El de
Fuenlabrada pechó con el más flojo del encierro, el de Juan Pedro Domecq. A
base de torearlo a media altura, suave para aguantarle de pie. La nobleza del
astado hizo que pudiera gustarse, llegando los mejores momentos en la parte final
cuando al natural acortó las distancias. Espadazo y dos orejas paseadas entre
el clamor de una tierra que conoce muy bien.
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Molinete invertido de Morante. Foto: Nacho García |
Antonio Barrera se estrenó
en su nueva función de apoderado. Siempre cerca de Morante, dialogaron mucho
durante la función. El de Zalduendo, excesivamente vareado, pecó de falta de fuerza
desde el primer capotazo. Ya con la franela, comenzó la sinfonía que no debía
terminar. Todo suave, como un bailarín que acompaña cada movimiento como una
caricia. La tela la manejaba como un paño para no ofender al novillo que no
quería ninguna guerra. Pero ahí empezaron los cambios de mano, los molinetes
invertidos, los kikirikis… y un sin fin de detalles que se unían a largos
naturales que recorrían el cuerpo del de La Puebla del Río. Belleza elevada al
súmmun. Por cierto, con una espada que ya quisieran muchos. De media estocada
tumbó al novillo sin puntilla, cosas que ya no se ven.
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Cordobina de El Juli. Foto: Nacho García |
El genio dio paso al Rey de
los toreros. Así de claro. El Juli se deja la piel donde torea. Con la misma
firmeza e intensidad de un joven, o incluso mucho más visto lo que hay por ahí.
Excelso con el capote, quitó por chicuelinas y cordobinas intercalándolas
tantas veces que la locura impidió contar. Obligando al cuajado novillo de
Daniel Ruiz con la rodilla flexionada lo sacó hasta el tercio pero cuando menos
lo esperábamos, se sacó un circular por la espalda recorriendo los 360 grados
de un círculo. Rotas las gargantas. El torero crecido, no había vuelta atrás.
Con ambas manos alargó las embestidas hasta límites inconcebibles, ligando en
redondo rozando la perfección. Pero cuando el novillo resentía tanto esfuerzo,
no le asustó achicar el terreno. ¿Y los pases de pecho? Rematados en la hombrera
contraria. Estocada marca de la casa. Pedazo novillo, enorme Juli.
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Diego Urdiales con la zurda. Foto: Nacho García |
Alejandro Talavante no pudo
comparecer. Fue sustituido por Diego Urdiales, un torero que ya ha logrado el
reconocimiento de sus compañeros. Las últimas, como siempre, las empresas. ¡Y
vaya órdago echó el de Arnedo a los G! Siempre perfecto, disfrutó ofreciendo
toda su tauromaquia. Se vació por completo. Desde el capote, se arrebató en las
verónicas y meció por chicuelinas. Con la muleta se le vio asentado, confiado,
en un gran momento. Buen novillo el de Antonio Palla. Basó la faena en la mano derecha, pero nadie echó de menos
el natural cuando se llevó la ayuda a la izquierda y toreó soberbios naturales
con la diestra. De excelente colocación y ajuste. Todos se dieron cuenta, sus
compañeros lo saben, este es un torero de grandes carteles que puede hacer
sombra a cualquiera. La estocada, como si no tuviera ningún contrato por
delante. ¿El año que viene? Como empiece la temporada en mayo por San Isidro me
quito de esto.
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Miguel Ángel Perera en redondo. Foto: Nacho García |
El más deslucido del
encierro fue el que envió José Vázquez y que cayó en “suerte” a César Jiménez
que intentó hacer todo para agradar a sus paisanos. En gran parte gracias a él, Arenas pudo disfrutar de la presencia de estos eruditos del toreo.
El extremeño Miguel Ángel
Perera seguro que no quiere que termine la temporada. Esta en uno de sus
mejores momentos y se nota. Su faena fue de privilegiado. Tan solo fueron
cuatro tandas pero que sumaron más de 40 muletazos. Más de diez por tanda,
inigualable. Y cada uno más largo que el anterior. Firmeza absoluta. En la
segunda parte estuvo metido en el terreno del toro. Sin trampa ni cartón. Me lo
saco por allí, me lo traigo por allá… Sin corregir un ápice su posición. Muy
emocionante. Intentó matar recibiendo pero el de Benjumea no quería acudir al
cite, por lo que tuvo que acudir al volapié. Vuelta excesiva para el novillo que
aunque noble, le falto lo que le sobró al de Daniel Ruiz o al de Palla.
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El novillero Francisco José Espada. Foto: Nacho García |
Cerraba el cartel el
novillero Francisco José Espada. Aquello debía ser como un sueño para el joven
aspirante que se veía entre lo más granado del escalafón superior. Y no se
achicó en ningún momento. Suelto y variado con el capote, le siguió un muleteo
de buen concepto. Ligado y largo, intentó hacer las cosas de la manera más pura
posible. Sin perder la colocación, estuvo brillante por momentos, pero contaba
con la ayuda del rival de El Freixo con clase, celo, ritmo y nobleza.
Cuando parecía que todo
estaba terminado, se anunció que los banderilleros torearían el sobrero y los
matadores lo lidiarían. Ahí terminó lo racional y brotaron los sentimientos. Necesito
tiempo para asimilarlo, tengo que volver a soñarlo y despertarme para confirmar
que aquello fue real. Prometo que lo contaré, cuando sepa describirlo.
Arenas de San Pedro (Ávila),
se lidiaron novillos de Juan Pedro Domecq, falto de fuerzas; Zalduendo, mal
presentado, flojo; Daniel Ruiz, cuajado, bravo; Antonio Palla, buen toro; José
Vázquez, descastado; Benjumea, noble pero le faltaba un punto. Premiado con la
vuelta; El Freixo, con celo, ritmo y chispa; sobrero de Victoriano del Río, de
larga duración. Lleno.
El Fundi, dos orejas.
Morante de la Puebla, dos
orejas.
El Juli, dos orejas y rabo.
Diego Urdiales, dos orejas.
César Jiménez, dos orejas.
Miguel Ángel Perera, dos
orejas y rabo.
El novillero Francisco José
Espada, dos orejas y rabo.
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