Foto: Sara Hernández |
Entre este oasis de ausencia
de casta y de fuerza, surgió el de La Puebla. Únicamente él podía sacarnos del
sopor en el que habíamos entrado y parecía que no podíamos salir. Únicamente
dos tandas, o tres… Lo que duró el toro. Lo citó, embarcándolo en la muleta y reuniéndolo
en el infinito con un temple exquisito, una lentitud que parecía que nunca
terminaría. Cuando el “Bieeen” se transforma en “Olé”. Esa es la clave. Y ese
final del muletazo, el que le hace ligarlo con el siguiente, el muñecazo que le
da a los vuelos vida propia… ¡Cuanta belleza! Unanimidad, o casi. Cuando se
echó la muleta a la izquierda todo se desmoronó. Una pena, pintaba en cante
grande.
Pero no terminó ahí, pues en
el sexto hizo el quite. Un quite polémico pues Fernando Lozano, apoderado del
mexicano, le recriminó que lo hiciera y casi llegan a las manos. Normal, torear
después de esas cuatro verónicas tiene que ser muy complicado. ¡Y qué verónicas!
Ese capote es como si toreara solo, como si tuviera vida propia. Con la media
el toro enterró los pitones en la arena, y ahí comenzó la polémica.
Foto: Sara Hernández |
Juan Pablo Sánchez confirmó
la alternativa con un inválido que apenas se mantuvo en el ruedo. El que cerró
la tarde nos despertó pues salió alegre y con brío. Apenas picado, tuvo
recorrido y fijeza. El mexicano anduvo muy firme con naturales muy largos y
templados. Claudicó el toro cuando se vio podido y tuvo que irse a por la
espada. Su concepto puro y hondo puede funcionar. Un torero a tener en cuenta.
Madrid. Casi lleno. Toros de
Juan Pedro Domecq. Terciados, flojos. Sin posibilidad de lucimiento. Poca duración. Sexto con
recorrido y fijeza hasta que claudicó.
- Morante de la Puebla (Caña y oro) Pitos y división tras aviso.
- Alejandro Talavante (Lila y oro) Ovación y silencio.
- Juan Pablo Sánchez (Blanco y plata) -Confirma alternativa- Palmas en ambos.
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