martes, 23 de noviembre de 2010

El último regalo de Curro Arruza

En invierno cuando el mundo del toro se encuentra con las miras puestas en la América taurina, me gusta investigar en esa gran base de videos de la historia de la tauromaquia llamado Youtube.
Se pueden encontrar videos de casi cualquier época del toreo. Los hay incluso de finales del XIX, las primeras películas que se rodaron donde puede verse como era el antiguo toreo, hasta la última faena del pasado fin de semana realizada por Castella en La Mexico.
Buscando videos de Carlos Arruza, al que conocía poco y me he querido empapar de su tauromaquia encontre un pequeña joya. No tanto por su calidad en la faena, porque las hay mejores pero si por su significado.
A su retirada, el matador mexicano se subió al caballo para ser rejoneador, pero en un arrebato en una de sus actuaciones en el coso capitalino se bajó de la grupa, tomó la muleta y comenzó a torear. Ya no era aquel chaval joven apto de facultades sino un hombre mayor, pero sin ninguna cana, que no ha perdido un ápice de las cualidades que le alzaron a luchar cara a cara con Manolete en su mejor momento.
Estático como siempre, sus valores taurómacos se mantuvieron ferreos aunque sus cualidades fisicas se lo impidieran. Un ejemplo de superación y de arrebato de un artista. El público se partía la camisa e incluso antes de que el toro cayera, después de un estoconazo, sacó los pañuelos pidiendo los máximos trofeos.
Solo hay que disfrutarlo en silencio para poder apreciar los olés roncos de Mexico, ese olé arrastrado que enlaza un pase con otro. Un olé auténtico que solo puede escucharse en esa plaza, ese olé que se queda grabado en la mente de aquel torero que lo escucha.
La lidia completa. Una primera parte a caballo y una segunda con la muleta que fue la última gran obra maestraque nos dejó Carlos Arruza cuando ya nadie lo esperaba.



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