Madrid hoy es menos Madrid. Los trofeos han perdido el valor. La vuelta al ruedo ya no sirve de nada y mucho menos una gran ovación desde el tercio. Hay que tocar pelo como sea para aumentar las estadísticas. El público de Madrid tampoco es ya lo que era, excepto los irreductibles del 7. Ese público exigente que ponía los pelos de punta a los toreros con los silencios si en el remate no había gustado la tanda. Eso ya no existe, ya es un público fiestero que aplaude a casi todo en el arrastre y que bien vale un par de tandas de naturales, para dar una orejita. Porque a la hora de conceder un trofeo en esta plaza, no hay que ver solo el toreo, sino las cualidades del toro y si el torero estuvo por encima.
Pero Madrid es menos Madrid porque la presentación del toro también ha caído. Que conste que nunca he abogado por un toro mastodóntico, que en los últimos años ha sido la tónica habitual, pero si la presencia necesaria para una plaza de primera como Las Ventas. El quinto era simplemente indigno, el toro de Creta en toda su extensión.
La orej(it)a cortada por El Cid esta tarde demuestra todo lo dicho anteriormente. Dos tandas de naturales, una estocada trasera y un descabello no pueden valer una oreja en Madrid, la primera plaza del mundo. En otro sitio sí. Porque ¡Que naturales! Por momentos recordó al Cid de los Victorinos, bueno no, eso son palabras mayores. Todavía no he hablado del toro, se fue con una oreja puesta y sin un faenón, solo con dos tandas. Eso no puede ser. Y así no se puede cortar una oreja. No se puede cortar una oreja en Madrid estando por debajo de un toro. Con mucha clase y embistiendo despacito y por abajo, el pitón izquierdo fue espectacular, que permitió el toreo roto en esas dos tandas. Pero faltó, falto algo, quizá mucho. Si esa oreja sirve para recuperar la confianza y volver por sus fueros, me alegro.
Perera y Luque se toparon con dos lotes imposibles. El extremeño se la jugó sin trampa ni cartón frente a dos toros infumables. Su primero, el de Creta, le dio un revolcón que casi le cuesta muy caro. Se libró de milagro. Pero no merece la pena jugarse la vida contra ese mamotreto. El quinto, sobrero de Carmen Segovia solo le permitió darse un señor arrimón, de los que ponen los pelos de punta. Y el público silbando cuando diez minutos antes pedía una orejita.
Daniel Luque toreó de capote como un elegido, lo lleva demostrando esta temporada. Le vuela muy pero que muy bien, recordamos que se mantuvo a la altura el año pasado en el duelo de quites con Morante. Verónicas y chicuelinas, no hace falta nada más. Se estrelló contra un bobalicón sobrero de Salvador Domecq que solo tenía presencia. Y con el quinto, de la ganadería titular, con el que solo pudo insistir.
3 comentarios:
viva el cid marquitos, viva el cid
Gran torero Dani, pero hay que pedirle un poco mas! Ojala le recuperemos para la causa
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