jueves, 10 de noviembre de 2011

A propósito de la crisis

Fuente: Mundotoro.com

Sólo cuatro años separan 2007 y 2011. Y más de 1000 festejos menos entre esas fechas. Desolador y deprimente.  Miles de toros en el campo, excedente, ganaderías en la ruina y, por tanto, al matadero. Encastes emblemáticos están desapareciendo para nunca volver. Pero también toreros. Más de la mitad del escalafón no pasa de los 5 festejos. El líder ni se acerca a los 100 contratos. Dramático. Datos en mano dan ganas de tirar la toalla. Pero hay que analizar las estadísticas.

En 2007, año cénit de la burbuja taurina (sí, igual de perjudicial que la inmobiliaria) se lidiaron un total de 2176 festejos, año histórico porque se superaron por primera vez las mil corridas de toros. Era tiempo de bonanza donde cualquier matador se presentaba, sin problema, en las 20 corridas toreando aquí y allá en pueblos donde el negocio inmobiliario y la corrupción hacían que sus fiestas quisieran ser las mejores de la zona. Y claro, como el espectáculo era cuasi deprimente, las plazas estaban casi desiertas. Pero el espectáculo siempre se daba, con mucho éxito para rascar algún puesto en un cotizado escalafón. 

Mientras las corridas estaban en auge, nadie quería ver una novillada en su pueblo porque era una deshonra, “¡Oiga, que en el pueblo de al lado ha venido fulanito!” se escuchaba como si una novillada los desprestigiara. Y ni hablar tiene de las novilladas sin picadores, casi desertadas y proscritas, ¡Quién iba a ver una novillada de promoción!

Estábamos en un mundo donde nada era real. Todos tenían hueco, picadores y banderilleros del año del Guerra, apoderados casposos con los bolsillos llenos gracias a los ponedores o a la familia de los toreros, grandes empresarios del ladrillo por los callejones porque tenían una punta de ganado pagada a gusto y gana y lidiaban una corrida vendida a precio de saldo… Café para todos, los felices años 20. ¡Cuán efímero es el éxito cuando las cosas se hacen mal desde un principio!

Llegaba 2008, las vacas gordas comenzaban a adelgazar, nadie quería reconocer que estaban comenzando a haber signos sospechosos. Pero cuando todos sabíamos que las cosas empezaban a ir mal, nuestro Presidente ya estaba viendo brotes verdes de recuperación. Mandagüevos. Casi sin enterarnos habían descendido más de 100 corridas y otras tantas novilladas. Pero lo peor estaba por llegar en 2009, cuando se hicieron en total 400 paseíllos menos. Nos echamos las manos a la cabeza, y así hemos estado hasta llegar a este 2011 donde se han reducido en mil el total de festejos taurinos. Pero hemos analizado el por qué se ha llegado a esta situación.

Esto, todavía, se tiene que regular más. Llegar a un nivel donde la oferta se adecúe a una demanda mermada económica y moralmente. No hay que olvidar que los toros es un espectáculo muy caro y no están los chichis como para farolillos. Hablando en plata. A alguno todavía no le ha entrado la cabeza, las cosas comenzarán a mejorar cuando los mediáticos dejen de ocupar los 204 puestos que han rellenado esta temporada. Pónganle ustedes nombre y apellidos, o sumen en el escalafón, están todos bien cerca. Y muy arriba.

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