Foto: Arjona |
Ser independiente siempre ha
salido caro en el mundo del toro. Ir de por libre nunca ha estado bien visto,
no se les puede manejar con la misma facilidad. Más cuando han querido defender
los derechos de sus compañeros atados a las imposiciones monopolísticas. Y ya
si les tocan el bolsillo a los que contratan ni les cuento.
Un poco de todo ha pasado
con El Juli, y lo pagará caro. Lo pagará viendo desde la televisión la feria de
Fallas, aquella que conquistó el año Ponce, o que defendió el orgullo el pasado
San José. Tampoco pisará la Comunidad Valenciana en Castellón, como sus
compañeros tan “solidarios”. Es más, once orejas en dos años en la Maestranza
de Sevilla tampoco son méritos para estar presente en el abono del baratillo en
loor de jefe de Estado.
Está por encima el rencor de
encabezar el movimiento revolucionario que, aunque no estemos de acuerdo, es
necesario para adecuar la fiesta a nuestro tiempo. Pero las grandes empresas se
olvidan de los otros que también están en el G, pero al ser sus poderdantes no
quieren quitarlos de sus plazas. Juli se siente solo, defraudado, sin entender
el por qué de esta situación. Ha pagado el pato junto a Perera, y sin olvidar a
Cesar Jiménez. Para que tomen nota los modestos y ni se les ocurra unirse a la
revolución, no vaya a ser que se queden en el banquillo. Así no vamos a ningún
lado. El poder del toreo está en los toreros, no en los empresarios. No se puede,
ni se debe ir contra natura, contra el público y la afición.
Se dice por ahí que Morante
no torearía en Sevilla si Juli no es contratado, ¿Es posible una Feria de abril
sin Morante? Cambien esa pregunta por Julián López y debería sonar igual de
descabellado. Cuando un torero así falte en el escalafón, lo echaremos de
menos. No se irá, y aunque no le dejen, reventará la temporada. No es bueno que
saquen a la fiera, porque puede dejar retratado a más de uno.
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