Oliva Soto necesita la fiesta para sumar contratos y poder triunfar pero la fiesta también necesita al torero de Camas. Este chico tiene pellizco, algo con lo que se nace, muy poquitos están tocados por la varita del arte. Merece la pena verle porque ha templado, ligado, rematado, en definitiva, ha toreado con todas las letras. Si entrara a matar con todo y supiera la diferencia entre suerte natural y suerte contraria ya sería la bomba. Digo esto porque en su primero erró al entrar a matar en la suerte natural cuando lo obvio vista la actitud del toro era darle la salida hacia las tablas, y así fue un pinchazo y una estocada cuando hizo lo que tenía que hacer. Pero es normal en un torero que no huele un pitón desde el 14 de agosto en esta misma plaza.
Un torero de arte, no es proyecto sino una realidad, pero hay que darle contratos y responsabilidad. Lo que no vale es que tenga que esperar a un domingo cualquiera para que vuelva a Sevilla y tenga que jugársela con un cuarto de plaza.
La fiesta está huérfana de toreo caro, solo hay varios estandartes que todos tenemos en la cabeza por eso merece la pena conservar a esta especie en peligro de extinción.
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