La resurrección del arte. Cuando aquello parecía imposible, sin materia, sin fondo ni forma surgió el toreo. Todo estaba a la contra, incluso con la devolución del toro titular que no gustó al maestro de La Puebla. Pero tenía que gastar el último cartucho que le quedaba en una feria que no había sido tan lucida como la anterior.
Se impuso a las condiciones a contracorriente y le enseñó a embestir, a tomar los vuelos de la muleta con mas o menos clase pero que en su capa parecía un buen toro cuando era todo lo contrario. Fijó los pies en el albero y se dispuso a TOREAR. A la faena la costó coger vuelo pero al final se rompió la plaza, el publico en pie vivía cada tanda como si fuera única, mejor que la anterior.
Tragó muchas miradas, Morante pasó miedo, mucho. Pero es un valor seguro, pocos toreros los hay tan valientes como él. Nadie esperaba que sucediera aquello, pero si pasó. Una faena para el recuerdo. Un torero luchando consigo mismo, contra las dificultades. El día que le embista un toro le corta hasta la pata. Le seguimos esperando. En definitiva MORANTE DE LA PUEBLA.
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