jueves, 13 de octubre de 2016
'Nada es azar'
Como cada tarde, el ramo de tres claveles estaba ahí. Como colocado -casualmente- frente al burladero del tendido 4. El aroma, la fuerza y el color que desprendían antes de paseíllo embriagaba a los que se daban cuenta. Por supuesto, nada era azar. La flor rizada, como los arrebatados volantes de un vestido grana sin lunares, es el capricho del clavel. Más flamenca que chulapa aunque baile por chotis. Ni el fragor de una tarde de toros se atrevió a mover los tres claveles cuando él recorría el ruedo por el callejón. Tenía la mente en analizar cuánto había ocurrido pero el subconsciente no dejaba de pensar quién habría puesto las flores en ese lugar. Nadie le daba una respuesta. Fue cuando, con la mirada perdida en el encofrado del callejón, encontró la flor que le había tenido en vilo. Levantó la cabeza, tendido 4. Apenas unos metros más adentro. Que no, que nada era azar. Como tampoco lo eran las manos que iban a recibir un trozo del corazón de la Misericordia. Su flor favorita porque el gusto no se elige. Anda.
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