Calle de la Morería, en Cuéllar (Segovia) |
Era su calle favorita. Larga, estrecha y con una pendiente que asustaba. Entre mora y cristiana. Un magnífico toque decadente. Los desconchones de las paredes aportaban la fecha y el perifollo de los balcones ese punto bohemio. Quintaesencia de la cultura. Raíces del mestizaje. Racial. Cada paso era una explosión de sentimientos: suena Semana Santa como banda sonora de vida. Cornetas y tambores marcan el paso a lo lejos. Huele a achicoria. El frío seco cala. Izquierda, con el redoble. Y vuelta a empezar. No se lo creían. Cerraban los ojos. Volaban. Dos pasos, un beso. Uno más y otro abrazo. Su calle tenía la virtud de convertirse en interminable. De recordar el primer paseo, de sentir el mismo cosquilleo de dentro a fuera. De las entrañas al vello. Fue allí, en su rincón favorito.
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