jueves, 6 de octubre de 2016

'Un genio y un ladrón'


¡Qué manera de torear! Lo de Enrique Ponce se sale de toda lógica. Ve toro en cualquier circunstancia. Le valen todos: los que se caen, los que se quedan cortos, los que aprietan, los que se meten por dentro… todos terminan embistiendo en la muleta embriagadora del valenciano. En Logroño, además, firmó dos obras sublimes. La del cuarto, superior. Incomprensiblemente, fueron premiadas con una raquítica oreja que le privó de salir por la Puerta Grande con todo merecimiento.

Le privó o le hurtó un usía protagonista también 48 horas antes del escándalo de ‘Planteadito’ que cambió la vida como semental por la del desolladero. A pesar de todo, Ponce dejó una obra magna de empaque, torería y valor. Enganchó los muletazos con los vuelos y la cadera para mandarlo más allá de la cintura acompañando con todo el cuerpo. Una delicia técnica y artística de un torero irrepetible. Más allá de las estadísticas, de las orejas y de la bronca al presidente, Ponce rindió a La Ribera en una tarde grande ayuna de toros.

Ponce merece un monumento en cada plaza en la que torea. Como si le fuera la vida en ello, le saca faena a gran porcentaje de toros sea cual sea su condición. A este cuarto lo recibió por una bonita, buena y vistosa combinación de verónicas y chicuelinas rematadas por una revolera. El toro, con gran alzada, llegó a la muleta justo de fuerza e incluso perdió las manos en el inicio… pero no volvió a hacerlo. Como hecho por obra de un mago, Ponce lo consintió, lo sobó, lo llevó a su altura para que olvidara que unos minutos antes se tambaleaba. Ahí fue cuando Ponce creó una obra de arte y dejó los cites fuertes para que la suavidad diera paso a una muleta imperceptible. Todo con los vueltos, sin una violencia.

Enrique Ponce, al natural en Logroño


Las poncinas, con el toro sacando una cuarta al torero fueron una delicia. Y cuando parecía que era el final, arrancó otra faena. Más Ponce. Logroño entregada. Todo fue torería desde el arranque de las tandas hasta los remates. Soberbio. Sonó un aviso mientras aún toreaba antes de recetar un espadazo ofreciendo el pecho y saliendo con un alamar arrancado. Otra vez el mismo presidente volvió a hacer un ridículo inexplicable concediendo solo una oreja en una faena de dos orejas rotundas. El público se entregó a Ponce que tuvo que dar dos vueltas al ruedo mientras señalaban al palco con gritos de ‘Fuera, Fuera’.

No esperó Ponce para torear a la verónica al colorado que abrió la tarde. Volvió por delantales para llevarlo al caballo de forma muy torera. Ponce lo vio claro y brindó al público este primer pasaje que tuvo en el temple, las pausas y las alturas las claves. El eje central de la faena fue sobre la mano izquierda, donde hizo al toro antes de romperlo por la derecha. El final por la izquierda a pies juntos rematado por doblones rodilla en tierra y un espadazo sin puntilla hizo que el público pidiera la segunda oreja.

Ni El Cid -que sustituyó a Talavante- ni Perera tuvieron suerte con los lotes dentro de una corrida baja de fuerza y raza de El Pilar que apenas dejó opciones. Al flojo segundo le sustituyó otro colorado, muy bajo con la cara reunida, muy bien hecho. El Cid lo cuidó en los primeros tercios y llegó a la muleta con mucha clase. El de Salteras estuvo a gran nivel, toreando con la mano baja en una faena sin apenas toques. Lástima que la espada quedara trasera y tuviera que dar un golpe de verduguillo que le privó de una oreja. Todo fue disposición de El Cid frente al quinto que lo intentó a pesar de que el asado no se prestaba para el lucimiento. Esta vez no fue su día con la espada.

El tercero, muy serio y astifino, apenas ayudó a un voluntarioso Perera. Por el pitón derecho surgió lo mejor pero se diluyó al natural, por donde el toro iba a su aire. Escuchó un aviso. El lote de Perera fue infumable. Al tercero le siguió un sexto que igual daba una embestida corta, que perdía las manos o se metía por dentro. El extremeño estuvo profesional para extraer todo lo que tenía el toro que cerró la tarde.

Plaza de toros de La Ribera. Tercera de la Feria de San Mateo. Tres cuartos de entrada. Toros de El Pilar, el segundo como sobrero, correctamente presentados aunque desiguales y flojos en líneas generales.
Enrique Ponce, oreja con petición de la segunda y oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo tras aviso; El Cid, que sustituyó a Talavante, ovación y silencio; Miguel Ángel Perera, silencio tras aviso y silencio. Saludó Curro Javier tras parear al tercero.

Publicado en Mundotoro. 19.09.2016.

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